20 junio 2013
13 junio 2013
A modo y manera de testimonio. Batallitas de un pseudo-cantautor cincuentón
¡Quién me iba a mí a decir cuando subí
a un escenario por primera vez que ser músico –dedicarse a la música- era esto…?
No
recuerdo exactamente el año; sería 1973 o 74. Sí recuerdo que fue en la Plaza
de San Juan de la Rambla, en Tenerife, como integrante de la Coral de Voces Blancas de la
Caja de Ahorros de Tenerife. Contaba 12 o 13 años de edad, como la mayoría de
mis compañeros, muchos de ellos, hoy, VERDADEROS artistas; músicos reputados –con perdón…- como Jorge Hops, Paulino Toribio, Rubén Díaz, Alfredo Llanos…, o
bailarines de renombre como Martín Padrón, entre otros. Cantábamos huyendo del repertorio
infantil al uso (Mambrú se fue a la
guerra, por ejemplo) y nos dejamos embelesar por textos musicados de
Machado, Miguel Hernández, Lorca, Guillén…, o con canciones de Yupanqui y Paco
Ibáñez. Todo esto fue posible –en una época ciertamente restrictiva en lo que a
las libertades se refiere- gracias al empeño y talento de un gran músico:
Alberto Delgado Prieto.
Cuento
esto para que se entienda que, al menos en mi caso, la llamada Canción de Autor
(o Protesta, o Popular, o como se le quiera llamar…) formó parte de mí desde
mis comienzos. Cuando mi voz pasó “de blanca a grisácea”, con 15 años, y fundé
el dúo Tajinaste seguí la línea marcada, sobre todo, por la canción popular y
reivindicativa de Sudamérica (Yupanqui, Feliú, Cabral, Jara…). Ya en solitario,
en el verano del 78, comencé una andadura informal, irregular e inconstante
jalonada por mis furtivos reflejos en el espejo de de los grandes de la
actividad cantautoril española
(Pastor, Serrat, Aute, Muntaner…). Y
hasta ahora…
Para
mí, la música –al menos la que yo he hecho siempre- está impregnada de una
pátina reivindicativa y poética (a partes iguales) con la que no sólo me siento
cómodo, sino a la que considero esencial y fundamental. No me considero
estrictamente panfletario (salvo excepciones…),
pero me incomoda sobremanera interpretar, e incluso escuchar, canciones –llamémoslas-
“de bajo perfil cultural” o con un ñoño
concepto social y, por supuesto, que denoten la acepción más peyorativa de “simpleza”
en su composición armónica y melódica. Siempre he reivindicado una canción
combativa y enérgica en sus conceptos, al tiempo que sedosa y frágil en sus
formas.
Admiro
sincera y abiertamente a los que considero como verdaderos músicos, a quienes
estudian años y años para ofrecer sus composiciones originales, a quienes aman
tanto la música que la han convertido en su profesión y en una parte
indisociable de su propia vida. Respeto incondicionalmente a quienes, como yo, aportan
su aprendizaje de carretera y manta y
su necesidad vital de hacer música; porque –además, así lo creo- hay espacio
para todos. Reniego, por el contrario, de vividores de escaso talento que,
aupados por no se sabe bien qué enfermizos intereses propios o ajenos, engañan –sí,
sí: engañan…- a la gente que los escucha, vendiéndoles por música lo que es
pura bazofia pentagramada. Bien sabe mi amigo y contínuo profesor Manolo Rodríguez que soy un
desastre como alumno…;pero eso sí: sabe perfectamente que siempre he enfocado mi actividad musical a un
solo objetivo: sentirme bien componiendo, tocando o cantando. Ser, al menos, algo feliz.
Con
mayor o menor fortuna, he ido adquiriendo a lo largo de casi 40 años de pseudo-dedicación unas vivencias en el
ámbito de la música que, en justicia, no me hubieran correspondido. Sin cultivarme
profesionalmente en ella, aún así, me he permitido el lujo y la osadía de componer,
tocar, cantar, estar en muchas ocasiones acompañado de músicos magníficos,
hacer algunas grabaciones, editar mi propio proyecto discográfico, girar por
islas, ganar algunos certámenes en Canarias y en Península, tener cierta
relevancia en una parte del panorama musical isleño, contar con el
reconocimiento de mis amigos, llegar con mis canciones a personas que hasta
entonces me eran anónimas y conocer y ser conocido por un abanico de músicos,
cantantes y grupos a los que siempre admiré y seguiré admirando. Me siento sobradamente
recompensado por todo ello.
Gracias
a ser señalado por la suerte, nunca
tuve que dedicarme en exclusiva a la música; si hubiera sido así –lo reconozco-
me hubiera muerto de hambre… O algo peor: hubiera podido ser el compositor de
canciones tipo “El polvorete” o “La Macarena”… (¡¡Ahaaahh!!) Hubiera ganado mucho
dinero, sí, pero creo que a un precio demasiado alto para mí…
Una
parte importante de mi vida –por tiempo dedicado y por experiencias- estuvo
dedicada profesionalmente a la promoción artística desde la acción cultural
institucional. Gracias a mi trabajo, a lo largo de casi 15 años tuve la
oportunidad de ayudar, en la medida de mis posibilidades, a intentar consolidar
bases para la cimentación y expansión de las artes escénicas en nuestras islas.
Fue una tarea dura pero gratificante. Y creo que necesaria también. No lo hice
solo, por supuesto; las circunstancias fueron favorables: el despegue de
circuitos culturales, el ansia de los organismos públicos para proyectar –y proyectarse-
en algo que no fueran carreteras, alcantarillados o farolas, las vacas gordas de la economía
post-transición…, hicieron también su parte. Nacieron muchas propuestas
artísticas, se realizaron muchas producciones teatrales y musicales, un cada
vez más nutrido elenco de creadores veían recompensados justamente sus
esfuerzos, percibiendo cachets hoy impensables o teniendo las mejores
condiciones de sonorización para la época. Pero todo eso terminó. La actual
situación de crisis proyecta la necesidad de una auténtica economía de
subsistencia; y el sector de las artes escénicas en general y de la música en
particular no es ajeno a esta coyuntura.
Recuerdo
que, por ejemplo, en la segunda mitad de los 90, un grupo mediano (5-6
integrantes), no muy conocido pero con un disco en el mercado, con una
trayectoria de 4 o 5 años, pedía –y cobraba sin mayores problemas- un cachet de
175.000 pesetas (libres de impuestos), más rider técnico, desplazamiento y
dietas. Estamos hablando de un coste global cercano a las 500.000 pesetas de
entonces (3.000 euros actuales, sin contar la depreciación experimentada por el
valor del dinero), por una actuación de hora y media de duración. Hoy, esa
misma producción y con el mismo baremo de valoración, rondaría los 5.000 euros.
Nada más lejano y ajeno a la realidad actual. Hoy, a un grupo de similares
características se les ocurre pedir 500 euros, llevando su propia sonorización y
pagando de su bolsillo el transporte y la manutención (bocata, birra y poco más…)
y, quienes antes pagaban generosamente lo solicitado se echan las manos a la
cabeza, espetándoles un aullido alarmado: “COMOVASHELEEEESHOOOO!!!???
Si
a esto unimos: a) que el número de grupos, solistas, orquestas, etc…, se ha
multiplicado por 20 en diez años (que es positivo, por supuesto); b) que las
instituciones sólo pagan cachets y gastos a grupos foráneos (a los demás les
ceden instalaciones y cobran a taquilla); c) que, aunque hay más bares, pubs y
similares que hacen música en vivo, la crisis también se ha cebado en ellos y
no pueden responder de pagos fuera de
carta; d) que la legislación –o, más bien, su ejecutiva aplicación- está
siendo inmisericorde con un colectivo paupérrimo en sus ingresos…, el cóctel es
altamente explosivo y puede conllevar una resaca de tintes cuasi-épicos, cuando no apocalípticos.
Las
asociaciones, colectivos, uniones y cooperativas de músicos que en Canarias son han hecho y
hacen mucho en pro del sector, han conseguido y consiguen mucho para los
músicos e intérpretes; aunque –por lo que parece- no ha sido ni es suficiente
para dar respuesta a esta parte importante del tejido profesional, laboral y
económico de nuestra comunidad. No olvidemos que la actividad musical –remunerada
o no, regularizada o no, continuada o no- arrastra
tras de sí a otras que son igualmente importantes y necesarias: el comercio
minorista de artículos musicales, los estudios de grabación, las compañías de
sonido e iluminación, transportistas, pequeña hostelería, turismo cultural… Es
por ello que, en esta economía globalizada en la que nos desenvolvemos, quizá
nadie sea imprescindible, pero todos son NECESARIOS.
El
primer paso está dado: los músicos e intérpretes han alzado su voz; todavía de
manera tenue, descoordinada, contradictoria a veces, indignada o preocupada…,
pero SEGURA Y FIRME: quieren –queremos-
seguir desarrollando la profesión, en las mejores condiciones posibles, dentro
de una legalidad justa y equitativa, solidarios y con responsabilidad, pero sin
que este sistema (que no hemos inventado ni auspiciado, pero que, como todos, padecemos) niegue el pan y la sal como norma preestablecida.
Hay
más acciones aún por acometer: involucrar a las instituciones y organismos públicos
en la defensa de los valores culturales y de quienes los desarrollan día a día;
consensuar posturas con la parte contratante (empresarios); acordar baremos de
aplicación de la ley con las autoridades; implicar a los creadores de opinión
(periodistas); denunciar –con nombres y apellidos- los atropellos a la
profesión y a quienes los ejercen; propiciar los cambios necesarios para
adecuar el sector a las nuevas circunstancias… En fin: hay muchísimo curro por delante.
“Queda
la música”, cantaba Luis Eduardo Aute. Sí: cuanto todo acaba, cuando el mundo
se desmorone, cuando el final llegue, aún quedará la música. Es esa música la que
hay que salvar; la que nace del corazón mismo de quienes la crean. Ese corazón
malherido hoy, oprimido y confuso, pero que transmite fuerza, ilusión, valentía
y determinación. Miremos
hacia adelante sin olvidarnos del pasado. Yo
seguiré –por necesidad vital, sobre todo- componiendo, tocando, cantando. Lo
necesito como comer, amar o pensar. No estoy dispuesto a admitir cortapisas que
me lo impidan. Es lo que conocí y amé desde que mi padre tocaba su piano cuando
yo era niño, desde que escuché los versos cantados de “Palabras para Julia”,
desde que me atreví a poner música a la “Elegía” de Rafael Alberti y
convertirla en incipiente e iniciática canción, desde que escuché a los grandes del jazz,
del pop o de la salsa, desde que la bossanova se me incrustó en la piel y en los sentidos…
Como cantó Silvio Rodríguez: “Te conozco, desde siempre, desde lejos…”.
¡¡VIVA LA MÚSICA!!
Como cantó Silvio Rodríguez: “Te conozco, desde siempre, desde lejos…”.
¡¡VIVA LA MÚSICA!!
14 abril 2013
23 febrero 2013
NO SIEMPRE FUIMOS TONTOS...
Cuando se dacapitaban banqueros
La Taula de Canvis apareció
durante el reinado de Jaime I El Conquistador (1213-1276).
La
legislación romana y goda que regía este negocio fue sustituida.
Estos son algunos de los artículos de esta legislación bancaria:
El 13 de febrero de 1300 se
estableció que cualquier banquero que se declarara en bancarrota sería
humillado por todo el pueblo, por un voceador público y forzado a vivir
en una estricta dieta de pan y agua hasta que devolviese a sus
acreedores la cantidad completa de sus depósitos.
El 16 de mayo de 1301 se decidió
que los banqueros estarían obligados a obtener fianzas y garantías de
terceras partes para poder operar, y a aquellos que no lo hicieran no se
les permitiría extender un mantel sobre sus cuentas de trabajo. El
propósito de ello era señalar a todo el mundo que estos banqueros no
eran tan solventes como aquellos que usaban manteles, es decir, que
estaban respaldados por fianzas. Cualquier banquero que rompiera esta
regla (por ejemplo, que operase con un mantel, pero sin fianza) sería
declarado culpable de fraude.
Sin embargo, a pesar de todo, los banqueros pronto empezaron a engañar a sus clientes.
Debido a esos engaños, el 14 de
Agosto de 1321 se estableció que aquellos banqueros que no cumpliesen
inmediatamente sus compromisos, se les declararía en bancarrota, y si no
pagasen sus deudas en el plazo de un año, caerían en desgracia pública,
lo que sería pregonado por voceros por todo el pueblo.
Inmediatamente después, el
banquero sería decapitado directamente enfrente de su mostrador, y sus
propiedades vendidas localmente para pagar a sus acreedores.
Existen evidencias documentales de que esto se cumplía. Por
ejemplo, el banquero catalán Francesc Castelló, fue decapitado
directamente frente a su mostrador en 1360, en estricto cumplimiento de
la ley.
Agradecimientos a FHN por compartir este mensaje
González-Pons va al cine
Para descansar de su tremenda responsabilidad como vicesecretario general de Estudios y Programas, Esteban González-Pons se metió en un cine y no se le ocurrió otra cosa que ir a ver La noche más oscura. Pensaba que era un documental sobre San Juan de la Cruz pero en seguida se dio cuenta de que en realidad se trata de una película sobre el asesinato de Bin Laden. Como en la pantalla no aparecían menciones a los atentados de Madrid, y sí a los de Nueva York, Londres y Bali, inmediatamente González-Pons empezó a mosquearse. Estuvo bien atento durante todo el metraje para ver si salía alguna txapela o al menos un aizkolari partiendo troncos en un descampado en Kabul. Vale, tampoco, pero lo que estaba claro es que la película confirmaba sus peores sospechas. Kathryn Bigelow, que se había documentado codo con codo con la CIA, tampoco decía que el 11 M no fuese obra de ETA.
Hay que tener en cuenta que la labor de González-Pons es de las más duras que puedan imaginarse: ni siquiera el cartero de Génova tiene tanto trabajo. Diputado, cabeza de lista en Valencia y vicesecretario general de Estudios y Programas, háganse cargo. De estudios mejor no hablamos, pero en cuanto a los programas, González-Pons hizo la promesa más gorda de todo el programa electoral del PP: tres millones y medio de puestos de trabajo. Este hombre se pasa el día entero pensando, eso en cuanto deja de contar cómo la realidad va divergiendo minuto a minuto y parado a parado con sus más optimistas previsiones. Hace tiempo que las calculadoras se le quedaron cortas y ya tiene que recurrir a los dedos.
Sobre la autoría del 11 M (aparte de la investigación oficial, una sentencia en firme y una reivindicación del atentado por parte de Abu Dujanah, posteriormente condenado) la mañana del 12 de marzo, todos los medios de prensa españoles, excepto hojas parroquiales, y casi todos los extranjeros (Le Monde, The New York Times, Financial Times, The Washington Post, Corriere della Sera) apuntaban a la hipótesis islamista con una más que probable implicación de Al Qaeda. No obstante, González-Pons se fía más de la documentación de la autora de Le llaman Bodhi, una señora que, en su anterior y oscarizada producción, contaba la guerra de Irak a través de las peripecias de un artificiero repleto de adrenalina que desactivaba bombas con el mismo alegre desparpajo con que el Cojo Mantecas desactivaba farolas.
Alguien debería advertirle a González-Pons que tenga mucho ojo cuando vaya a ver Malditos bastardos, que a Hitler no lo mataron en un cine en París, por mucho que diga Tarantino.
DIEGO TORRES
12 febrero 2013
Apertura del IX Congreso de CCOO Canarias
25 enero 2012
La Conjura de los Hipócritas
Letra: José Francisco Gutiérrez "PepePaco" (Poemario "Como si hubieras venido", 2006) http://www.bienmesabe.org/noticia/2006/Mayo/presentacion-del-poemario-de-pepepaco-como-si-hubieras-venido
Música: Alberto Cañete
Percusión: José Pedro Pérez
UNA CANCION A LA GOMERA, por Féloche
DA | Santa Cruz de Tenerife
Una canción inspirada en La Gomera, Silbo, está cosechando un notable éxito en las listas francesas de música. Así lo señala el sitio web Mencey Macro, donde además se explica la curiosa historia que envuelve a esta composición del músico galo Féloche. En el blog detallan que el tema llamó mucho la atención de los alumnos de Francés del colegio Mario Lhermet de Hermigua y del IES de San Sebastián. Por ello, a través de una carta se pusieron en contacto con el artista “para saber más sobre un tal Bonifacio del cual habla la canción”.
Tal y como refiere Mencey Macro, éste les respondió que la canción alude a Bonifacio Santos Herrera, un gomero militante del Mpaiac que tuvo que huir a Francia tras ser condenado a cuatro años, dos meses y un día de cárcel por la colocación de cartuchos de dinamita en una sucursal del Banco de Bilbao en el municipio tinerfeño de Arona, que causaron diversos daños materiales.
“Bonifacio fue un padre para Féloche cuando era un muchacho de 7 a 14 años”, relatan en Mencey Macro. “Al llegar a Francia, se enamoró de su madre. Vivían en Clichy (suburbio de París). Bonifacio enseñó a Féloche el silbo, la lucha canaria y
muchas otras cosas sobre Canarias. Le hablaba siempre de la Gomera; y la isla se convirtió en un paraíso en la cabeza del pequeño niño francés”, añaden.
Cuando tenía 11 años, el artista viajó hasta la Isla Colombina para visitar a la familia de Bonifacio, en el núcleo de Las Rosas, en Agulo. Allí, “rodeado de naturaleza, no había ni tele ni playstation. Jugaban a correr por el monte, a jalar por la barbas de las cabras y a silbar en el viento…”, se apunta en el blog, donde también ponen de relieve que el artista aseguró a los estudiantes gomeros que ése fue uno de los recuerdos más bonitos de su vida.
Pero aquí no acaba la peripecia vital de Bonifacio Santos. Al parecer, en 1988, en el marco de la colaboración entre Francia y España, la policía gala quiso entregarlo a la española y tuvo que exiliarse en Estados Unidos. “Féloche lo visitó allí una vez”, indican en la web, para precisar que Bonifacio murió asesinado en Nueva York hace dos años.
Es falso
Un magnífico artículo de Javier Gallego "Crudo" (@carnecrudaradio) publicado el pasado día 4 en www.eldiario.es (http://www.eldiario.es/zonacritica/falso_6_97700233.html)
“Solo dos palabras necesito, es falso”,
dijo el telepresidente Rajoy para autoexculparse del cobro de dinero
negro en el que le incriminan los papeles de Bárcenas publicados.
Curiosamente, solo necesitamos esas dos palabras para describirle a él
como presidente: “Es falso” (incumple sus promesas, miente, se esconde).
Y solo necesitamos esas dos palabras para resumir a su partido: “Es
falso” (engaña, manipula, no llama a las cosas por sus nombre). No lo
pretendía Rajoy pero nos dejó las dos palabras que condensan todo un
sistema político, todo un tinglado, todo un tiempo de mentiras y
corruptelas que ahora se viene abajo: “Es falso”. Rajoy nos dio las dos palabras que necesitábamos para definir este momento: “Es falso”.
Todo es falso. Suena falso. No es creíble. No se sostiene. Apesta a
mentira. Y la mayoría ha empezado a ver el cartón piedra y el decorado.
Hay un acuerdo abrumador sobre las instituciones, sobre la casta
dirigente, sobre el sistema en vigor, sobre el periodismo proselitista,
sobre la crisis, sobre el discurso de la clase dominante: son falsos. La mayoría piensa que el sistema es falso.
Podría parecer una conclusión aterradora pero creo que, al contrario,
es un punto de partida. Por fin casi todos estamos de acuerdo en algo.
Me vais a llamar aventurado pero creo que al régimen anterior le quedan dos telediarios. Ni
el telediario de La Primera puede hacer ya nada por evitarlo. No tienen
escapatoria. PP, PSOE, CiU, los tres grandes partidos que han reinado,
la monarquía que caza y la familia real que ha esquilmado, la Justicia
que se ha politizado, se ha vendido o ha robado, el periodismo que es la
voz de su amo, no pueden seguir engañando por mucho más tiempo ni a
mucha más gente. Están acorralados por sus propias mentiras. Demasiadas
durante demasiado tiempo. Ya da igual lo que digan, ya casi nadie les cree: suenan falsos.
No tiene escapatoria Rajoy. Su comparecencia fue un timo. Fue falsa.
Necesita mucho más que palabras porque su palabra no es creíble. La ha
traicionado demasiadas veces en este último año. Y la patética, cobarde y
lamentable puesta en escena de su discurso, apareciendo a través de un
televisor para no enfrentarse a las preguntas de la prensa, no hace sino
acrecentar la sensación de que tiene miedo y algo oculta. Rajoy apareció en un plasma convirtiéndose en Plasmariano, un presidente que no es real, es solo una imagen en una pantalla, un reflejo, una sombra o como dijo él: la sombra de una sombra de una duda.
Los papeles completos de Bárcenas en los que aparece reiteradamente su
nombre año tras año son una losa casi imposible de levantar. Aunque
presente papeles, Rajoy ya no es creíble. Probablemente la portada de la
revista Mongolia de este mes sea cierta: Rajoy ha muerto. Es un cadáver político. Sus
falsedades anteriores y sus huidas que le hacen parecer mentiroso
fueron cavando una fosa a la que ahora le ha empujado Bárcenas y a la
que se va a llevar a toda su cúpula. Aquí los presidentes mueren
matando. A los suyos.
Que se lo digan a Rubalcaba.
Que se lo digan porque no se entera de que murió con Zapatero. Tampoco
tiene escapatoria el líder de la oposición por más que se empeñe en
creer que la muerte de su rival le dará la vida. Las encuestas le dan
menos pulsaciones que a Rajoy después de Bárcenas. Es para hacérselo
mirar. Como todos estos cadáveres que se desmoronan, Rubalcaba no sabe que la gente solo necesita dos palabras para definirle: “Es falso”.
La plaga de falsedad se ha extendido. Hablas con la gente y en
distintos términos, repiten las dos palabras de Rajoy: “Es falso”. No es
creíble. Es falso que Urdangarín no supiera lo que hacía. Es falso que
la Infanta no supiera lo que hacía su marido. Es falso que el rey no
supiera lo que hacían su hija y su yerno. Es falso que el tesorero de
las infantas no tenga nada que ver en los negocios del duque empalmado.
Es falso que la monarquía sea ejemplar. El rey es
falso, su familia es falsa, Rajoy es falso, Rubalcaba es falso, el
Parlamento es falso, los líderes de todos los partidos son falsos,
ni uno solo aprueba. Es falso que la Justicia sea igual para todos. Es
falso que vivamos en un Estado de Derecho. Es falso que la policía
defienda al ciudadano. Es falso que los políticos representen a los
votantes. Es falso que esto sea una crisis. Es falso que esto sea una democracia.
Es todo tan falso que dudamos de que la Justicia haga prevalecer la
verdad y castigue la mentira. No confiamos en nuestros tribunales. Pues
seamos justos y sinceros: también nosotros somos falsos como sociedad. Cuando menos, hemos permitido la falsedad durante mucho tiempo. No
hemos hecho lo suficiente para erradicarla. Alguna responsabilidad
tenemos. Hemos dejado que nos engañen, no hemos perseguido con
suficiente ahínco a los que trapichean, mienten o estafan no solo a gran
escala sino a pequeña escala, en nuestro ámbito cotidiano. Seamos
sinceros: pocos han afeado la conducta de los que mienten, pocos tienen
el valor de enfrentarse públicamente a la corrupción que campa a sus
anchas a todos los niveles de nuestra sociedad.
No es la Justicia y evidentemente no son los políticos los que tienen que sacarnos del atolladero.
Somos nosotros como colectivo los que tenemos que demostrar que no
somos falsos y que estamos dispuestos a hacer lo que haga falta para
convertirnos en una sociedad más justa, más limpia y más sincera. Es la
hora de la Verdad.
Si alguien es capaz de hacer un análisis más exhaustivo y, al tiempo, concreto, de nuestra abrumadora realidad, que lo haga. Si no, creo que éste es el definitivo.
De raza le viene al galgo
Extracto de un libro de Historia de España, un capítulo muy interesante...
La obra se titula: Episodios ocultos del Franquísmo. Es de José Luis Hernández Garvi, 2011. Editorial Edaf. Pag. 192 a 194. Habla de los años 60 en España. Y dice así:
"Al amparo de los grandes negocios y del progreso industrial, se producen también una serie de escándalos económicos y financieros, algunos de ellos con trascendencia política, que provocaron cierto clima de alarma social que el régimen trato de calmar silenciando sus consecuencias. Uno de los primeros y más destacados de esta nueva etapa es el conocido como caso del Banco de Siero. Esta entidad financiera había sido fundada por Ramón Rato Rodríguez , padre del conocido político español Rodrigo Rato. En 1965 el ex ministro de Hacienda y entonces gobernador del Banco de España, Mariano Navarro Rubio, ordena la intervención del pequeño banco bajo la acusación de que servía de tapadera para la evasión de divisas a Suiza através de la sucursal que la entidad había abierto en Ginebra con el nombre de Banque de Siero.
En una innecesaria y espectacular operación policial, los agentes se presentaron en los salones del antiguo Hotel Castellana Hilton, interrumpiendo la celebración del banquete de bodas de Emilio García Botín, hijo de una hermana de Emilio Botín, y María de los Ángeles Rato Figaredo, hermana de Rodrigo Rato, llevándose detenidos y esposados a Ramón Rato, patriarca de la familia, y a su hijo Ramón Rato Figaredo, ambos acusados de delito de evasión de capitales. Jose María Gil Robles, abogado de los implicados, llego a afirmar en privado que el caso era indefendible, insinuando con sus palabras las más que posibles implicaciones políticas que habían influido en la puesta en escena de su detención y que habían desencadenado su procesamiento. parece ser que el propio Ramón Rato había dado instrucciones personales para que, en fechas anteriores a que se destapase el supuesto escándalo se ejecutase un crédito de cuatro millones ochocientas mil pesetas contra Nicolás Franco, el hermanísimo intocable.
En virtud de la causa abierta contra los procesados del caso Banco de Siero, el Juzgado Especial de Delitos monetarios condenó a tres años de cárcel y 176 millones de pesetas de multa al patriarca del clan Rato, y con dos años y 44 millones al hijo mayor, Ramón Rato Figaredo. también fueron condenados como cómplices Faustino Rato Rodriguez Sampedro, tío paterno de los hermanos Rato, con una multa de 5 millones y a una serie de directivos del banco."
Es decir, a un señor que desde su más tierna infancia ha mamado el fraude, la trampa y el engaño en su familia se le otorgan responsabilidades ministeriales, la dirección del FMI y, cómo no, BANKIA. Y todavía nos extrañaremos que la economía esté tan mal. Lógico, porque nuestros políticos ponen a los zorros a cuidar las gallinas. Por cierto, curiosa la relación, ya en los años 60, de los Botín y los Rato. Democracia, dictadura, ¡qué más da si la que gobierna de verdad y sobrevive a cualquier cambio político es siempre la misma oligarquía!
La obra se titula: Episodios ocultos del Franquísmo. Es de José Luis Hernández Garvi, 2011. Editorial Edaf. Pag. 192 a 194. Habla de los años 60 en España. Y dice así:
"Al amparo de los grandes negocios y del progreso industrial, se producen también una serie de escándalos económicos y financieros, algunos de ellos con trascendencia política, que provocaron cierto clima de alarma social que el régimen trato de calmar silenciando sus consecuencias. Uno de los primeros y más destacados de esta nueva etapa es el conocido como caso del Banco de Siero. Esta entidad financiera había sido fundada por Ramón Rato Rodríguez , padre del conocido político español Rodrigo Rato. En 1965 el ex ministro de Hacienda y entonces gobernador del Banco de España, Mariano Navarro Rubio, ordena la intervención del pequeño banco bajo la acusación de que servía de tapadera para la evasión de divisas a Suiza através de la sucursal que la entidad había abierto en Ginebra con el nombre de Banque de Siero.
En una innecesaria y espectacular operación policial, los agentes se presentaron en los salones del antiguo Hotel Castellana Hilton, interrumpiendo la celebración del banquete de bodas de Emilio García Botín, hijo de una hermana de Emilio Botín, y María de los Ángeles Rato Figaredo, hermana de Rodrigo Rato, llevándose detenidos y esposados a Ramón Rato, patriarca de la familia, y a su hijo Ramón Rato Figaredo, ambos acusados de delito de evasión de capitales. Jose María Gil Robles, abogado de los implicados, llego a afirmar en privado que el caso era indefendible, insinuando con sus palabras las más que posibles implicaciones políticas que habían influido en la puesta en escena de su detención y que habían desencadenado su procesamiento. parece ser que el propio Ramón Rato había dado instrucciones personales para que, en fechas anteriores a que se destapase el supuesto escándalo se ejecutase un crédito de cuatro millones ochocientas mil pesetas contra Nicolás Franco, el hermanísimo intocable.
En virtud de la causa abierta contra los procesados del caso Banco de Siero, el Juzgado Especial de Delitos monetarios condenó a tres años de cárcel y 176 millones de pesetas de multa al patriarca del clan Rato, y con dos años y 44 millones al hijo mayor, Ramón Rato Figaredo. también fueron condenados como cómplices Faustino Rato Rodriguez Sampedro, tío paterno de los hermanos Rato, con una multa de 5 millones y a una serie de directivos del banco."
Es decir, a un señor que desde su más tierna infancia ha mamado el fraude, la trampa y el engaño en su familia se le otorgan responsabilidades ministeriales, la dirección del FMI y, cómo no, BANKIA. Y todavía nos extrañaremos que la economía esté tan mal. Lógico, porque nuestros políticos ponen a los zorros a cuidar las gallinas. Por cierto, curiosa la relación, ya en los años 60, de los Botín y los Rato. Democracia, dictadura, ¡qué más da si la que gobierna de verdad y sobrevive a cualquier cambio político es siempre la misma oligarquía!
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